Cuando uno es niño, cualquier ocasión para recibir dulces gratis es buena. Aun cuando tenga uno que vestirse como estúpido y salir con calabazas huecas de plástico a gritar como poseído Dulces o travesura y Queremos jalogüin casa por casa.
Una noche de 31 de octubre que regresaba a casa con mi traje de diablo hecho de franela roja, mi calabaza llena de dulces baratos y una culposa sonrisa por haberle cumplido la amenaza de travesura a algún vecino tacaño por allá por el 89, mi madre y mi padre me esperaban muy sentados en la sala de la pequeña casita que rentabamos. ¿Como te fue, hijo? me preguntó mi amá. ¡Bien chido! le respondí yo, Mira, hasta me dieron un mazapán y un pelón pelo-rico.
Mi mamá miro a mi papá y mi papá me miro muy serio a mí. Que bueno que te la pasaste chido chaparro me dijo Pero este es el ultimo año que sales a pedir jalogüin
Acto seguido pasó a explicarme que había descubierto los orígenes del Halloween y sin darme demasiados detalles me había estado participando en una fiesta pagana, diabólica y capitalista (¿han notado como lo pagano, lo diabólico y lo capitalista a menudo va junto?). Y que un niño de familia cristiana evangélica como yo, no podía participar de esas cosas.
Recuerdo que mi mamá me miraba con ternura mientras asentía, como si me estuvieran arrancando un pedazo de mi infancia. Pero recuerdo que me vi mi traje rojo con cuernos y cola, mi calabaza con actitud maligna, reflexioné un poco y reaccioné más o menos igual como cuando me confesaron que Santa Claus no existía: ¡Neta! ¡Si es cierto!.
No digo que no me haya puesto un poco triste por la prohibición que en aquel entonces significaba una especie de suicidio social. Pero la verdad es que a los 8 años de alguna manera un tanto inocente ya estaba bien convencido de mi cristiandad (algunos escépticos dirían que estaba bien lavado del coco, anyway…). Así que no solo acepté la resolución de mis padres, sino que pasé el resto de mi infancia siendo una especie de activista anti-halloween.
Ya con el tiempo me acostumbré a que permanecer firme a mis convicciones casi siempre constituía un suicido social.
Pasaron unos 4 años y de repente mi posición dejó de ser tan freak. Había mucha propaganda anti-halloween en la calle y en las escuelas y de repente gente no evangélica estaba convencido de que era una fiesta que — por diferentes motivos— no convenía celebrar. Yo estaba feliz.
Entonces por ahí por el 8 de octubre la directora de la Escuela Urbana No. 19 en la que yo estudiaba tomo el micrófono cuando todos estábamos formados después del receso y dijo muy enfáticamente algo mas o menos así:
Alumnos y alumnas del plantel. Les informamos que la dirección de este plantel y el consejo de padres de familia hemos tomado una decisión. A partir de este año se dejará de hacer celebración con motivo de la noche brujas o halloween y quedarán prohibidos todos los adornos y temas relativos a esta celebración. Llegamos a esta resolución porque todos estamos de acuerdo que es una fiesta ajena a nuestras tradiciones, que va en contra de nuestras creencias y es dañina para nuestra integridad como personas
Bueno, en realidad debe haber sido algo menos pomposo.Pero esa es la idea. Yo tenía una discreta sonrisa en mi cara y ella continuó:
Por lo tanto les informamos tambien, que a partir de este año vamos a celebrar el dia 2 de noviembre la fiesta del dia de muertos, que es una tradición 100% mexicana que data de tiempos prehispanicos y lo vamos a hacer en toda regla, comenzando con un concurso de calaveritas por grupo y un concurso de altar de muertos a nivel escuela. Pueden pasar a su salón.
Yo me quedé con cara de WTF. ¿Que no es la misma cosa pero revolcada?
Y luego este mismo razonamiento de Halloween = gringadera = malo vs. Dia-de-Muertos = mexicanada = bueno lo he vuelto a escuchar una y otra vez en los diversos medios de comunicación y veo que cada vez tiene más aceptación entre el publico en general. Y recuerdo que en lo que me quedó de escuela me vi forzado en más de una ocasión a participar de la celebración porque el departamento de educación parecía estar impulsando esto desde arriba.
¿No se supone que la religión católica (que profesan la mayoría de los mexicanos aunque casi ninguno la practiqué en realidad) condena el culto a los muertos tanto como el resto de las religiones que tienen su origen en el cristianismo-judaico? Pero yo no veo a ninguno de mis conocidos que tenga algún problema con esto.
El día de hoy, en la corte de los milagros hay un excelente post al respecto. Cito un fragmentote:
Cuando se acerca el 2 de noviembre, todo el establishment cultural comienza a bombardearnos con la importancia de la celebración del Día de Muertos. Todos: los funcionarios del gobierno montan altares de muertos en las escuelas o en sitios públicos; las televisoras pasan promocionales sobre lo emotivo del Día de Muertos; las iglesias resaltan la importancia de conservar nuestras tradiciones y decirle no al Halloween.
Este último punto es un tanto absurdo. Una declaración paradigmática de lo que piensa prácticamente todo el clero y la derecha católica militante sobre el Día de Muertos y el Halloween es la dada por el Obispo de Mazatlán, Mario Espinoza Contreras, durante la misa dominical del 29 de octubre pasado y recogida por Noroeste:
“No es bueno que los padres de familia vistan a sus hijos como brujas, diablos, esas cosas malas porque no deja nada bueno, no es educativo”, dijo, tras terminar la misa dominical en la Catedral Basílica.
“Es mejor inculcarles las tradiciones mexicanas como el Día de los Santos Difuntos, los altares de muertos y las visitas a los panteones, todo eso es una herencia de nuestros antepasados, no hay porque adoptar tradiciones extranjeras”.
Hay que hacer un poco de historia.
En el post elamigo pereque nos cuenta el origen de ambas celebraciones y nos demuestra por qué la posición cultural y politicamente correcta acerca de esta celebración es un tanto absurda.
Y bueno, como dije en un comentario en ese post: Aqui es donde empiezan a caer las pedradas.
actualización Ahi disculpen los errores raros que se ven aqui con los miles de comillas