Hubo un momento durante la pasada keynote de Steve Jobs en el que casí perdí la fe en la humanidad. Me hubiera ido a vivir en aislamiento a alguna montaña inexplorada, pero no encontré ninguna que estuviera dentro de la cobertura de pizza-hut.
En un principio fue lo de siempre: Steve jobs hablaba y hablaba de lo maravilloso que es mientras la audiencia lo alababa y lo aplaudía. En algun momento comenzó a hablar sobre el renovado escritorio de su próximo sistema operativo y luego, parafraseando, dijo: — Ahora el dock es 3D y tiene reflejos A lo que la audiencia respondió con un ¡Oooohhhhhh! colectivo casi orgásmico, como si estuvieran contemplado el fuego por primera vez.
Objetos de diseño #
Probablemente la lección de diseño más importante — y la más dificil de aprender — es aquella que dice que la función siempre antecede a la forma. Muy a menudo lo olvidamos. Es muy común que ciertos diseñadores antepongan siempre lo estético antes que lo funcional y esa conducta nos ha ganado una fama de decoradores intrascendentes de lo superfluo.
Hay ocasiones en las que los objetos verdaderamente útiles tienden a ser austeros, insípidos, o simplemente feos. Mientras que otros, más cercanos a la belleza más sublime suelen no servir para mucho. Una cubeta de lámina, por ejemplo, nos sirve para mover líquidos de un lugar a otro y su uso podría resultar crucial — quizá hasta vital- en algunos casos ( como quieres apagar un pequeño incendio ). Por otro lado, un par de aretes de brillantes probablemente no le salven la vida a nadie nunca. Ojo: no digo que todo lo funcional sea feo o que todo lo bonito sea inútil, pero valganme la hipérbole si sirve para ilustrar mejor mi punto.
Así, además de forma vs. la función está el binomio de valor vs. costo. Siguiendo el ejemplo de nuestra cubeta de lámina, bien podríamos embellecerla recubriendola toda de oro e incrustandole diamantes pero eso no aumentaría su valor — seguiría sirviendo para transportar la misma cantidad de líquido — pero elevaría el costo de manera ridicula.
Los grandes diseñadores — gráficos, industriales, de modas… no importa— saben encontrar el balance perfecto entre forma,función,valor y costo. Casi nunca se logra el equilibrio perfecto, pero parte de nuestra labor consiste en saber cuando hacer algunos sacrificios razonables para cumplir nuestros objetivos o los de nuestros clientes o usuarios.
A fin de cuentas casi siempre se trata de vender.
El diseño según Jobs. #
Recuerdo que después del asunto de las elecciones de florida, Apple desplegó un anuncio en varios periódicos con una leyenda que decía Nunca subestimes el poder del diseño. Refiriendose no sólo al caos que habían originado unas boletas de votación mal diseñadas sino tambien para dejar bien claro la importancia que el diseño tiene dentro de la visión de Steve Jobs.
Y es que durante mucho tiempo Apple ha sido sinónimo de diseño. En primer lugar porque al ser pionera en las interfaces gráficas de usuario, fue durante mucho tiempo la plataforma por default de los profesionales creativos. Pero tambien porque la mayoría de sus productos como las iMac en sus diferentes encarnaciones y sobre todo el iPod son clásicos ejemplos de diseño industrial bonito, funcional y bien hecho.
Igualmente que su hardware, el software de las Mac se ha caracterizado a través de su historia por su diseño de interfaz intuítivo, sobrio y elegante. Hubo un momento, como cuando estrenaron la interface Aqua en el 2000 en el que su interfaz gráfica — y el macOS en general — parecían estar a años luz de sus competidores más cercanos pero aunque algunos maqueros les cueste reconocerlo, esa brecha se ha venido cerrando.
Inovaciones superfluas. #
Y así llegamos al momento que les relataba al principio. Steve Jobs demuestra las grandes novedades del escritorio del MacOs Leopard. Que si el nuevo Dock en 3d con reflejitos, que si la barra de menú transparente, que si el tapíz que parece de Windows vista, que si los stacks… una tras otra, las características presentadas como novedades pecan de lo mismo: todo es puro eye-candy, forma sin función, detalles superfluos que no añaden ningún valor real al software y en cambio seguro que tienen un costo. Per claro, algo había que hacer con esos ciclos que traen de más los nuevos procesadores.
Esta carrera de los sistemas operativos por añadir más y más transparencias, más reflejos y más animaciones me recuerda a la enloquecida guerra de consolas de videojuegos donde los desarrolladores estaban más intresados en añadirle polígonos a sus juegos que diversión. Ojalá aca suceda lo que allá y aparezca un jugador que haga lo inesperado y ponga los esfuerzos donde se necesitan: en brindar mejor funcionalidad y mayor valor al menor costo posible. ¿Será Google quizá?.