A veces me pasa, que a pesar de estar muy cansando, no puedo conciliar el sueño y me pongo reflexivo. Por ejemplo el martes pasado por la noche luego de un día largotote que había comenzado el sábado anterior, luego de 30 horas de viaje, de recorrer por tierra el trayecto de Guadalajara al DF a Villahermosa y de vuelta al DF. Luego de no dormir más de 12 horas en 3 días ahí estaba yo sentado en mi cama sin poder dormir.
Me pasa que me pongo a revivir las ultimas horas, las veo desde un asiento de tercera persona como si se tratara de una película en DVD a la que le puedo poner pausa y comentarios del director. El martes había mucha película que ver y mucho que reflexionar.
Verán, aunque uno quiera ser sincero y transparente, esto del blog siempre da una imagen distorsionada de su autor. Uno puede fácilmente parecer más rico, más talentoso, más pedante de lo que se es en realidad. Por lo mismo, siempre tuve la teoría bizarra de que en persona Eduardo Arcos es simpático.
Es común que cuando me conocen, la gente me diga:
– Te imaginaba más alto y más delgado. – Y siempre siento decepcionarlos.
A lo que iba es que quizá ustedes no me conciban como el tipo chaparro, gordo y moreno de clase media que soy. Nunca fui a una escuela privada, no soy gamer porque nunca tuve consolas de última generación y mis papás no me llevan de vacaciones a Six Flags o Disneyland (Aunque si fui a Disneyland cuando viví en Californa, pero aquellas no fueron precisamente vacaciones). Tampoco he viajado a Europa y ni siquiera tengo pasaporte.
A lo mejor dejar bien claro lo ordinario que es uno, no es una buena estrategia de marketing, pero es necesario para que tenga sentido la segunda parte de este texto.
Regresemos al martes por la noche. Estoy sentado en mi silla de espectador reflexivo y me veo grabando una entrevista para Byte Podcast en los estudios de Dixo, junto a David Ochoa, the podcast man himself en vivo y a todo color. Y recuerdo que hace no mucho estuve tambien en otra entrevista con los señores de Monólogos de La Cantina.
Además hace muy poco que tuve la oportunidad de conocer y entablar pláticas muy interesantes (para mi, quizá ellos se murieron de aburrimiento) con gente que leo desde siempre y admiro muchísimo.
Luego me veo dando una charla ante estudiantes universitarios en la UVM de Villahermosa, en la Universidad Autonoma de Aguascalientes y en la UNAM. En ninguna de ellas me apedrearon, y algunos hasta rieron con mis chistes.
Entonces me pongo a pensar en noviembre, en el evento de Cancún. Vizualízo el poster y veo mi cara desconcertada entre puro exponente reconocido internacionalmente. Se me china el cuerito, pero no es de miedo.
Nunca tuve miedo.
No lo tuve cuando acepté dar conferencias sin tener experiencia como speaker. Ni cuando decidí renunciar a la imprenta donde trabajaba para ser desarrollador web independiente. No tuve miedo cuando me propuse para rediseñar el sitio de CakePHP ni cuando envíe un diseño con la imágen de Ninel Conde al CSSZenGarden.
Quizá habría tenido más miedo si hubiera sabido que esas cosas marcarían mi destino.
Ya es la madrugada del miércoles, yo sigo despierto y mi reflexión se ha ido mucho más allá de lo que esperaba. A veces me pasa.
Y entonces me veo en diciembre del año 2003. Estoy estudiando el 6to cuatrimestre de diseño gráfico mientras trabajo medio tiempo en una imprenta. Gano muy poco y con las colegiaturas no me queda dinero para pagar internet en mi casa. Sin embargo, se me juntaron dos sucesos de esos que algunos llaman coincidencias y que yo llamo bendiciones: en Megacable me dieron 2 meses de internet por cable al precio de uno y alguien me convenció de entrar a un programa de reseller de hosting donde el primer mes era gratis.
– Si vendes 3 espacios de hosting tanto el servidor como tu internet se va a estar pagando solo – me dijo el vendedor de domaingurus mientras me entrevistaba en un Samborn’s – Es más, busca en internet algo sobre PHP y aprende lo más que puedas, me lo vas a agradecer.
Tenía un mes solamente, luego se me iba ir el aguinaldo en pagar la colegiatura y el mes de internet para que me lo cortaran. Un mes.
Necesitaba comprar mi primer dominio. Debía ser algo significativo, casi profético. Fallar no era una opción entonces. Entonces recordé una porción de la biblia muy poco conocida;.
[…] ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo […]!
Así que inmediatamente pensé: No Limit Studio. Y el resto, bueno, el resto está en internet.