Debo confesar algo: los maestros me caen gordos.
Claro, existen las excepciones. Conozco algunos maestros muy buenos, muy inteligentes, empáticos y trabajadores. Pero éstos no hacen más que resaltar la ineptitud de aquellos otros maestros inútiles que han pasado por mi vida y no me han enseñado absolutamente nada.
Probablemente esa es la raíz del problema. Que mi paso por la educación formal no me ha dejado casi nada. Recuerdo un maestro en la secundaria que se esforzó por que entendiera la importancia de las matemáticas, un señor muy gracioso en el CBTis que me daba principios de programación y me enseñó a pensar en algoritmos, un par de grandes maestros de historia y un maestro de diseño empaque que me enseñó algunas cosas valiosas sobre el negocio del diseño pero nada sobre empaque.
Fuera de eso, en los dieciseis años que estuve en la escuela no puedo recordar que me hayan enseñado nada, al menos nada que me sirva hoy en día. Desde que aprendí a leer en mi casa hasta que le exlicaba a mi maestra de Lenguajes de Programación II lo que habá aprendido sobre OOP en internet, las cosas realmente valiosas que sé las he aprendido por mi cuenta. Y, por otra parte, los malos recuerdos que tengo de los maestros son tantos que podría hacer un blog escribiendo solo de eso (de hecho, hasta me parece una buena idea).
Hace poco un amigo mio —hijo de una maestra, me decía que él era de la opinión que los trabajadores de la educación deberían ganar bien. En el momento no le dije nada, pero después de pensarlo un poco se que no estoy de acuerdo. Creo que un trabajador, de cualquier área, debe ganar un sueldo de acuerdo a sus aptitudes. No veo nada de malo en que un buen albañil, por ejemplo, gane más dinero que un mal catedrático universitario. De hecho creo que eso sería lo más justo.
Aun cuando esto se aplica en muchos otros aspectos de la sociedad, hay profesiones que estan seriamente sobrevaloradas. Los diputados, por mencionar un ejemplo en el que casi todos estarán de acuerdo, son unos zánganos inútiles que ganan cantidades ingentes de dinero que casi nunca desquitan y mucho menos se merecen. Creo que los maestros estan igualmente sobrevalorados.
Necesito volver a aclarar que estoy generalizando a sabiendas de que existen excepciones. Pero basta con ver las noticias para ver que la gran mayoría de estos trabajadores de la educación no son más que un montón de ignorantes acarreados que por su afiliación a algún sindicato o porque conoce a alguien automáticamente debemos considerarlos ciudadanos de primera clase que se merecen andar por la vida gozando de privilegios especiales.
Muchas veces he sentido las ganas y la urgencia de enseñar y de compartir lo poquito que sé. Pero jamás me podría considerar un maestro, no bajo este mismo esquema y sistema de la educación en México porque, para terminar pronto, lo que tengo no lo recibí de ellos. Quién sabe, quizá en este mundo de la web 2.0 en algún momento podamos al fin olvidarnos del viejo esquema maestro-alumno. Ahora que toda la información está ahí afuera disponible para todos, ya cualquiera puede aprender y enseñar sin intermediarios, sin aulas, sin sindicatos y sin “Elba Esther*”:http://en.wikipedia.org/wiki/Elba_Esther_Gordillo
Quién sabe, quizá dentro de poco, los trabajadores de la educación estén obsoletos.
(*) Enlazo a la fuente en inglés sobre Elba Esther porque no confío en la veracidad de la hispana. Sorry, you are still in México.