En pasados días, Andres Barreto describía en un post una característica curiosa de los entrepreneurs latinoamericanos: tenemos muchos proyectos y muy pocas empresas. Tómala. Si eso no es un valdazo de agua fría en nuestra colectiva cabeza emprendedora nada lo es.
Si empiezas algo con la mentalidad de ser proyecto, corres el riesgo de que se quede en eso: en un proyecto, y tal vez nunca sea exitoso. Para de pensar en trabajar en proyectos, empieza una empresa. La diferencia entre un proyecto y una empresa es que la empresa existe para generar dinero y ganancias (si yo se, también para cambiar el mundo), un proyecto no.
Lamentablemente, crear una empresa en México (supongo que es parecido en otros paises de latinoamérica) no es tan sencillo y no es barato. Segun entiendo, constituír una SA de CV requiere de abogados, notarios, socios y 50mil+ pesos de capital inicial. ¿Acaso no trabajamos en los internets por el bajo costo de entrada: un hosting barato, un dominio y saz?
Obviamente hay algo que podemos hacer, tomar estos side-projects que hacemos por diversión entre cliente y cliente, y buscar la manera de hacer dinero con ellos; que sean menos proyectos de fin de semana y más productos mínimos viables. ¿Podemos hacer eso?
El siguiente paso es inevitable: Pedirle a la gente que valide nuestro producto con sus carteras. Y ese paso es el que parece que nos da más miedo.
Yo mismo soy culpable de ello. Duperconf es un proyecto (otra vez esa palabra) que me emociona mucho pero que por falta de visión se ha quedado estancado. Es imposible para mí seguir produciendo conferencias de calidad sin retribución económica pero por alguna razón me cuesta pedir esa retribución.
Es una paradoja que seguro les es familiar: Creemos que nuestro producto vale mucho pero tememos ponerle precio. Resultado: parálisis por análisis.
Vamos validando nuestros productos, señores ya va siendo la hora de sacar las carteras.