En días pasados, mi esposa —que recientemente se ha vuelto una entusiasta del movimiento de maker— me comentaba, con un poco de frustración, que debería haber una manera de seguir y agregar todos los blogs de crafting que le gusta leer en un sólo lugar. Mi respuesta: ¿Y si te dijera que tal cosa existía hasta hace unos meses?
Lo cierto es que Google Reader ha dejado un vacío muy grande en el mercado de los agregadores de RSS, pero la muerte de los feeds (y en cierta manera de los blogs) se había venido profetizando desde hace varios años. Parece ser, dicen los expertos, que en el panorama de de la web post 2.0 no hay cabida para un anacrónismo tal como la sindicación de contenidos via XML.
Yo creo que los expertos se equivocan.
Si bien es cierto que la implementación del RSS y sus primos impidió que alcanzara a las audiencias mainstream, eso no significa que la idea: la libertad y la habilidad de agregar contenidos de toda la red en un sólo lugar, carezca de méritos.
Y estoy bien enterado de las múltiples alternativas que han surgido para reemplazar Google Reader, y ya hasta he movido mi lista de 500 subscripciones a varios de esos servicios. Ninguno de ellos, sin embargo, parece dispuesto a inovar. ¿Quien puede culparlos? El mercado de frikis que el gigante Google tuvo por poco es más que suficiente para sostener varias compañías de nicho.
Pero se necesita más que predicarle al coro. Siempre se dijo que el problema con el concepto de feeds es que era demasiado techie. ¿Pero tiene que ser así? La idea de un agregador de contenido que no apeste y que sea atractivo para las masas es tan obvia, que estoy seguro que alguien está trabajando en solucionarlo en este mismo momento.