Los temas centrales de este humilde blog se han mantenido constante a lo largo de los diez años que lo he estado escribiendo. Diseño, programación, internet, cultura digital, freelancing y emprendimiento en México con alcance global. Todos esos son temas que me apasionan y que de alguna manera me han provisto de oportunidades inesperadas para cambiar y mejorar mi vida.
Mi única intención al escribir este blog o twittear ha sido la de influir e inspirar al compartir mi experiencia y conocimiento.
Aunque alguna vez cometí el error de hacerlo, no me gusta escribir de política. Y aunque a veces me siento con ganas de expresar mi punto de vista desde la teología (otra gran pasión) y mi fe, decidí que lo mejor es hacer eso en otro lado.
Sin embargo, en lo que respecta a este blog y a mi persona pública, no puedo mirar el panorama socio-político de mi país sin sentirme un clasemediero frívolo escribiendo encerrado dentro de su realidad web 2.0, alejada de la _realidad real_™ de México. Que si las startups, que si la experiencia de usuario, que si el iPad y los podcasts… y mientras, mi país arde.
No me malinterpreten, sigo estando plenamente convencido de que, económicamente hablando, lo mejor que le podría pasar a México es convertirse en un país donde la innovación tecnológica es la norma. Creo que un vibrante ecosistema de startups exitosas hoy significaría un futuro lleno de oportunidades para los mexicanos del mañana.
Pero esa clase de optimismo (o autoengaño) precisa de tiempo, y por estos días parece que el tiempo se nos acaba.
Algunas personas solo quieren ver el mundo arder #
La principal razón por la que me refreno de comentar sobre asuntos políticos y sociales es porque pareciera que todos los mexicanos han abrazado un modelo mental prefabricado y de una manera tan apasionada que es imposible tener una conversación coherente.
En México hay una carencia total de empatía porque todo, todo es tratado como una dicotomía.
Si crees que lo mejor que puedes hacer hoy en día por tu país es salir a las calles y a protestar, ya sea pacíficamente o mediante actos de desobediencia civil, vas a ser considerado un revoltoso, irrespetuoso y anarquista. Si, por cualquier razón, decides no participar de estas demostraciones entonces eres un conformista de derecha que pasa sus días viendo todo lo que produce televisa.
No hay bemoles, no hay grises, no hay empatía. Estás con nosotros (quien quiera que seamos nosotros) o estás en nuestra contra.
Como me gustaría que se pudiera compartir opiniones, razonablemente y como gente civilizada. Y ¿por qué no? darnos el lujo de cambiar de opinión si las razones son correctas.
Uno puede soñar.